domingo, 21 de julio de 2013

Verdaderas falacias*


Por Fernando Montes S.J.
Rector Universidad Alberto Hurtado
* Respuesta al artículo: Se equivoca el rector Carlos Peña

Enrique: leí tu columna mostrando distancias frente a la columna de Carlos Peña sobre las falacias. Debo confesarte que en el conjunto le encuentro más razón al Rector.
En el tema de lo estatal o lo público estoy más de acuerdo con Peña. La tradición chilena distinguía entre Particular y Estatal cuando hablaba de educación. Se daba por entendido que el conjunto era algo público y por eso concedía al estado el derecho de tomar exámenes en todas las instituciones sin restricción (a mi colegio venían a examinarnos profesores enviados por el Ministerio), porque toda educación tiene un carácter público.
Desde el punto de vista semántico la palabra “bien” tiene varios sentidos: a) un bien puede ser es un sustantivo, una cosa, un artículo, un producto sin connotación alguna de valor; b) un segundo sentido de la palabra está ligado a la valoración: “hacer el bien”, sobre todo moral, o “está bien hecho”, que hace alusión a la calidad del trabajo, etc. Es obvio que la columna del rector Peña se refiere al término en el primer sentido, es decir la educación es una “cosa” pública, sin otorgarle cualificación moral.
Cuando se habla “bien” público se está diciendo que se trata de algo público que su presencia o su ausencia tiene consecuencias públicas. Una mala educación es un malgaste de un bien público y el estado debería velar para que no se produzca. La educación dada por los nazis obviamente era estatal y pública, era un “bien público” que dañaba a toda la sociedad y no solo a determinadas personas.
La educación es un acto que tiene externalidades públicas buenas y malas y por eso toda ella tiene una dimensión pública. Obviamente la educación estatal es pública pero no es toda la educación pública. Creo un error, una falacia, imaginar que sólo lo estatal es público. Consecuencia funesta de ese error es pensar que el estado no puede regular las universidades “privadas” porque son “privadas”. Ante ese error hay que reivindicar el carácter público de la educación que no solo autoriza al estado sino le exige a regular la actividad.
Hay abundante literatura sobre lo estatal y lo público y la necesidad de distinguirlos; sobre el bien común, etc. Esto es importante porque hoy, por ejemplo, hay muchos movimientos sociales que nadie puede negar que tienen carácter público, que tocan la esencia de la organización social y claramente no son estatales. ¿Quién puede decir que el movimiento estudiantil es privado?
Del mismo modo estoy de acuerdo con Carlos Peña en sus ideas en torno a la composición del Consejo de Rectores en un país que debería ser democrático. Creo que tu argumentación es muy débil. Prescindiendo del comportamiento de las universidades que puede ser culpables -tanto las del CRUCH como de las que no lo son- , hay que ir a la ley y a la definición: en el origen son del CRUCH las universidades que existían antes del Ochenta y las que se derivan de ellas. No pertenecen al CRUCH las que se fundaron después de esa fecha. Ahí se produce una separación que genera equívocos porque la gente cree, y ahí está la falacia, que es sinónimo de no ser del CRUCH el que uno lucra, es de mala calidad o inestable. La pertenencia o no al CRUCH nada tiene que ver el lucro o no lucro (vale la pena ver algunos dictámenes de la Contraloría y la exposición del Contralor ante la comisión de la cámara, donde se explicita la preocupación de la Contraloría ante el paralelismo de instituciones relacionadas dentro de las U. estatales).
La ley discrimina, entrega beneficios a los estudiantes y a las instituciones por criterios históricos y no morales, ni de calidad. De ahí se sigue una ideología falaz. Esto daña a fondo a algunas universidades estatales, como se puede comprobar en el último informe sobre Gastos en Educación Superior de la Contraloría, donde hay una iniquidad en lo que se entrega por alumno porque se usan criterios históricos. En las universidades llamadas privadas las hay que lucran y que no lucran; las hay buenas y malas. Desgraciadamente en el CRUCH hay oscuras relaciones con muchas sociedades relacionadas y también hay universidades buenas o malas.
La columna de Peña, con razón, no entra en eso que debería ser zanjado por la justicia. La situación actual es confusa, antidemocrática e injusta. Sobre esto te puedo dar innumerables casos. A mí me duele que no podamos sentarnos todos los involucrados mirando el bien del país. Para bien o para mal hay más alumnos en las universidades llamadas privadas que en las del CRUCH y en ellas hay más pobres.
El último punto toca algo importante que me gustaría se clarificara. En las universidades estatales, por una concepción particular de la autonomía, los cuerpos internos, de hecho, deciden sin tener en cuenta las políticas de estado; se han privatizado en favor de los profesores. Cuando el Presidente Frei quiso volver el Pedagógico a la Universidad de Chile los profesores de la UMCE y de la Chile por razones diversas, mirando sus intereses, dijeron que no y el gobierno nada pudo hacer, no tiene dirección de sus propias universidades. Hoy la Chile por si decidió iniciar un nuevo Pedagógico con un costo enorme para el país y creando competencia en Santiago entre dos instituciones estatales. Hay que reconocer también que aquí hay falacias que impiden una consideración de todo el sistema, imponiendo reglas y controles universales.

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